martes, 2 de junio de 2015

El Déjà Vu

I
Pocos años después de la creación de los primeros hombres, nació un joven llamado Tzak-Hulame, quien a su pubertad, mostraba problemas para dormir. Hablaba mientras dormía, e incluso levantaba las manos al aire, como si estuviera interactuando con algo. Pero lo más preocupante de estos episodios, era cuando convulsionaba, gritando y escupiendo espuma blanca, mientras decía entre gárgaras las palabras “El futuro se avecina”, para después volver al sueño, como si nada hubiera ocurrido.
Una noche, tuvo una conversación con su madre, Tzak-Halkali.
-¿Hijo, qué pasa por tus sueños? ¿Por qué no duermes bajo el cuidado de nuestros creadores?
-No puedo responder ante tus preguntas madre-respondió el hijo-, pero te puedo decir que los dioses no me ponen en su cuidado. Es más, sufro mis sueños por estos.
Le dijo nada más a su madre, le dio un beso en la frente y se fue a su habitación. A pesar de sus miedos, durmió.
II
Abrió los ojos, sin despertar. Estaba en otro lugar. No en su casa. En un altar. Pestañeó, ese altar despareció como un xibil. Ahora en una capilla. Pestañeó de nuevo, xibil. Se encontró en una habitación oscura, con un suelo suave y blanco, como almohadas. En esta habitación, suavemente calefaccionada por unas mechas de fuego en la entrada, había una estatua de Tepeu y de Gucumatz. Tzak-Hulame sintió una mirada fría de estas figuras. Ese mármol hermoso lo observaba, pero lo inerte y frío de este era lo único que el joven presenció. Se asustó, y trató de abrir las puertas de la entrada. No funcionó. Parecían estar cerradas por fuera. El joven gritaba desesperadamente.
Esta no era su primera vez en ese lugar, por lo que su grito no podía ser de miedo a lo desconocido. El joven tenía miedo a lo que sabía que se estaba acercando no sólo a él, sino al mundo entero. El joven sentiría frío, o calor, o espinas, o rocas sobre él. Así era siempre. El joven sabía que si no miraba a las estatuas podría evitar sus narraciones catastróficas. Tzak-Hulame pensó que si no escuchaba a las estatuas de boca cerrada, no sentiría esos dolores catastróficos que le hicieran sentir lo que estaba por venir. A menos que los relatos fueran agradables, raro acontecimiento.
De pronto, una boca de mármol cerrada se abrió, exhalando un aire tan frío y fuerte, el cuál lanzo una de las lanzas de fuego de la entrada a un jarrón, donde se extinguió. De dicho jarrón, salieron hedores de noh y pericón.
La estatua habló.
-Si no respetas nuestras palabras –exclamó Tepeu-, respetarás nuestras acciones.
III
Hulame  sujetó la lanza de fuego restante en contra de Tepeu. Sin embargo, en seguida la lanzó al suelo, al ver que sus manos se cubrieron de zompopos, cuya picadura era tan fuerte, que el pobre niño sentía un picor aún más doloroso que el del chilmulli más salvaje del mundo. El fuego se apagó, al mismo tiempo que se abrió un muro de la habitación.
El joven salió corriendo a un sendero hermoso, el cual comenzó a ser destruido por omuch gaholab, quienes lo quemaban hasta dejar un solo altar, en honor a Vucub-Caquix. Tzak-Hulame sentía el calor abrasador dentro de sus entrañas y corazón. Aterrorizado y dolido, corrió hasta estos jóvenes.
-¡En nombre de los dioses creadores, Tepeu y Gucumatz –lloraba el adolescente- deténganse!
De los escombros salió un ixpiyacoc, con una mecha prendida sobre una semilla de tzité.
-¡Hereje! –Gritó este-. No mereces la merced de nuestro verdadero salvador, Vucub-Caquix.
Volaron por los aires tres yaquis, a cortarle la cabeza a Hulame. Este emitió un grito, y cerró los ojos. Una cuchilla atravesó su cuello, mientras que los otros dos cortaron sus brazos. Dichos miembros cayeron al suelo, con ningún otro sonido que el de un peso muerto cayendo contra un piso de mármol. El joven veía su cuerpo levantado, sin cabeza ni brazos. No murió. Sintió la muerte, pero no era su muerte. Reemplazaba el puesto de una persona que iba a correr ese destino a la mañana siguiente. Pestañeó, y volvió a verse levantado, unido a su torso y piernas.
IV
De pronto, con un solo giro de cabeza, se encontró en un desierto nevado. Observó un cuerpo muerto sobre un cu zivan al frente suyo. El cuerpo era suyo. De pronto, el suelo se partió, y vio como su cuerpo caía a la fosa creada recientemente. Sintió un desgarro en su pecho, como el dolor de la naturaleza al abrirse en dos, y sintió sus huesos destrozarse, al chocar contra un puente que unía los dos pedazos abiertos de tierra. De nuevo supo, que ese cuerpo no era realmente suyo, sino que de una persona que caería la tarde siguiente. Pero reconocía el lugar. Ese cu zivan nevado esta sólo a unas horas de caminata hacia su pueblo natal. Supo entonces que ese temblor catastrófico azotaría a su familia y compañeros.
No se desesperó. Ya ha tenido este tipo de visiones en sus sueños anteriores. Probablemente su madre estaría ahora tratando de calmarlo, ya que en estos momentos el joven convulsiona en el mundo material.
El joven ya comenzó a planear su día después de esta visión. Solo escucharía las palabras finales de Gucumatz, y despertaría. Se vestiría y evacuaría a todos sus conocidos al refugio público, y esperarían la catástrofe. En ese mismo instante escuchó la voz potente de Gucumatz. Tzak-Halkali escuchó la voz grave de su hijo en ese mismo instante diciendo las mismas palabras que la estatua de pino.
-“El futuro se avecina”.
V
Tzak-Hulame despertó, mientras que su madre le servía un agua de hierbas, para curarlo de cualquier mal ella pensaba que el contrajo de nuevo durante esa noche. El joven, como siempre, le rechaza la ayuda, pero esta vez le pidió que corriera con sus hermanos al refugio. Hizo lo mismo con el resto del pueblo. Para el atardecer, estaban todos dentro de una roca gigante, tan resistente, que no se movería ante siquiera el más fuerte de los diluvios. Hubo susurros de niños a sus madres.
-Madre, tengo miedo –dijo un pequeño-.
-Shh, está bien –respondió su madre-. Ya verás que no será tan fuerte.

Tembló. Fuerte. Todos gritaron, incluso Tzak-Hulame. Pasaron unos segundos, y la tierra se abrió hasta el altar del pueblo, el cual honoraba a los dioses creadores. Casas sucumbieron ante este agujero, pero no se perdió ninguna vida. El temblor paró. De lejos se veía como se derrumbaba el gran cu zivan nevado, mientras que al otro lado, entre árboles, emanaba fuego y humo. Todos fueron a reparar las tierras y casas dañadas, mientras que el joven fue hasta el altar.
-Tepeu, Gucumatz, escúchenme –dijo Hulame-. He sufrido mucho con estas visiones, al igual que mi madre, quien se preocupa cada noche por mi bienestar. Me gustaría hablar con ustedes, para poder llegar a un acuerdo.
En seguida le cayó el sueño. Fue hasta unos escombros, se acostó, y procedió a waram.
VI
Al llegar de vuelta a la habitación oscura, Tzak-Hulame les preguntó a los dioses cosas que él nunca tuvo claras.
-¿Por qué aparezco ante ustedes cada noche?
-Tzak-Hulame –respondió Gucumatz-, para seguir con el orden temporal de los hombres, deben haber acontecimientos al futuro. Si un hombre despertara al día siguiente, y ve que no hay nada establecido para ese día, esa persona se enfrentaría a la nada, o vacío. Si no hay un día futuro, no habría vida futura. Sería un borrón global para la humanidad. En diferencia a nosotros, nuestro mundo no tiene ni futuro, ni pasado. Solo es. Es mantenido por nuestra conciencia, para pensar cada día de hombre en un futuro para este. Sin embargo, no podemos afectar a la realidad del hombre directamente, ya que podría haber consecuencias terribles para el mundo de humanos y el nuestro, debido a nuestro inmenso poder. Por lo que necesitamos a un hombre que lleve la información de cada próximo día al mundo de los hombres, para que el futuro se pueda llevar a cabo.
-Ahora comprendo su propósito –dijo Hulame-. Sin embargo, aún tengo dudas. ¿Por qué yo no altero los mundos al estar en contacto con ustedes, dioses supremos?
-No nos presenciamos ante ti –respondió Tepeu-. Tu vez estatuas con parte de nuestro poder, con las cuales nos logramos comunicar. Si llegáramos a conectar miradas, tú podrías absorber nuestro poder, alterando el mundo que hay. Incluso te podrías convertir en el descendiente de Vucub-Caquix.
-Entiendo su idea –aceptó el joven-. Sin embargo, tengo una última pregunta. ¿Por qué me escogieron a mí como el medio de comunicación entre ambos mundos?
-Tú eres hijo de Tzak-Kulime, el gran protector de nuestro altar –respondió Tepeu nuevamente-, por lo que su muerte por la protección nuestra convirtió a su hijo en un futuro médium. Sin embargo, pudimos haber escogido a otro protector de este pueblo. Pero lo que aseguró tu futuro, fue el sacrificio que hizo Tzak-Halkali, al poner tu vida sobre la suya ante los ataques de los hijos de Vucub-Caquix, salvándolos a ambos. Estas acciones te convirtieron en el puente de la realidad con el sueño de todo tu pueblo. Hacemos los mismos procedimientos con jóvenes dignos de cada pueblo. Si un pueblo no posee a un joven digno, ese pueblo cae en el vacío de la nada, además del olvido absoluto.
-Comprendo todo lo que han hecho. Sin embargo, ya no puedo continuar con esto. No es justo para una persona sufrir todos los dolores de un pueblo para proteger a este.
Y así, Tzak-Hulame se sentó al frente de las estatuas de mármol y pino.
-Tengo una propuesta.
VII
Tzak-Hulame despertó y vio como todo estaba casi completamente arreglado. Se paró, y fue alegre donde su madre. Cenó con ella y con su abuela, y se fue a acostar. No soñó con los dioses. Nunca más. Soñó con eventos futuros que le ocurrirían a él, pero sólo a él y a nadie más. El resto de las personas soñaron con su futuro esa misma noche. Al despertar, nadie recordó el sueño, ya que al no tener una presencia divina, la memoria de estos sueños es prácticamente nula. Pero a cada momento que ocurriera lo soñado previamente, cada persona del pueblo lo recordaría, evitando problemas y penurias que ocurren en sueños como esos. Esta habilidad de poder soñar el futuro de uno mismo fue traspasado a las generaciones de hoy en día, conocido como Déjà Vu. Los conocidos de Tzak-Hulame se reunieron para hablar sobre esta nueva habilidad pública.
-Todas sus dudas sobre este don –comenzó Tzak-Hulame- entregado por los dioses a todos ustedes son justificables. Yo solía soñar cada día con el futuro de nuestro pueblo, y sufría por eso. Por lo tanto los dioses respondieron a mis penas, e ideamos una manera de eliminar esta injusticia. Ahora cada uno podrá soñar el futuro de uno mismo, con tal de estar atento ante eventos personales que se avecinen, y así todos tener un futuro designado. Con mi padre solíamos hablar en una lengua clave, para que mi madre no nos entendiera. En honor a mis padres y sus corazones inquebrantables, he decidido llamar a este nuevo fenómeno “Déjà Vu”. “Déjà” significaba “De ella”, mientras que “Vu” significa “Vine”.  Cada vez que sueñen su futuro, piensen en que su vida y futuro es gracias a nuestras madres, ya que de ellas viene nuestra historia y fin.

Y así se originó el “Déjà Vu”. 

Por Mario Peralta y Nicolás Araneda

4 comentarios:

  1. Me parece que es una forma muy creativa de abordar sobre el ''deja-vú''. Sobre todo por la coherencia que se mantiene con el estilo narrativo del libro.
    Siento que es muy importante preservar y conservar textos como éste, que nos enseñan sobre las culturas indígenas. Porque la globalización que vivimos actualmente tiende a ''uniformar'' y perder la identidad y raíces de las distintas etnias.
    -Sofía

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  2. Es una forma bastante buena y creativa de ver el "deja vú".me gusto como se hizo la explicacion de deja vú" al final,tambien la combinacion con el libro con los teminos de estos pueblos indigenas al igual que la trama en si y este niño que veia el futuro le dio un toque un tanto mitico que tambien jugo un rol importante para mantener la vida del protagonista como se ve cuando empieza a temblar y hay destrozos por doquier

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  3. 'Deja Vú' es una historia relativamente prolongada, inundada con conocimiento superior. Siento que mis conceptos sobre el Deja Vú se ven plasmados en este relato. Opuesto a lo que Sofia anteriormente mencionó, yo siento que el fenómeno de globalización debería ser abrazado por la humanidad por los enormes beneficios que este podría generar. El estilo Popol Vuh de este relato se ve habilmente estructurado.

    -Franz Lindermeyer

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  4. Es una historia entretenida de leer. Se ocupa muy bien el estilo de las leyendas y sus terminos indígenas. Esta bien redactada y el tema del origen del "Deja vú" esta muy bien explicada. Se ve muy bien la idea que quiere representar del las leyendas mayas del popolvuh para que así el lector se llegue a interesar en el tema.

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