jueves, 4 de junio de 2015

Natalia Campos y Catalina Segovia


Sofía Almazán


I
Este relato sucedió en un pueblo muy lejano, hace muchos años. En este pueblo vivía una familia compuesta por: Canek, el padre. Amankaya, la madre. Atziri, la hija mayor y Nicte, el hermano menor. Un día, Atziri contemplando las flores de un hermoso jardín, sintió que algo le había ocurrido a su hermano. No podía explicarlo. Nicte había viajado hace un mes junto su padre Canek hacia Centroamérica, en un largo y extenuante viaje. Canek era un arquitecto que trabajaba construyendo pirámides para el emperador Amaité. Este último, gobernador de todos, le había encargado construir la más alta pirámide del lugar, su nombre sería: ‘’Ek-Balam’’.

Atziri, asustada, buscó apresuradamente a su madre Amankaya, que se encontraba recolectando frutos para su hogar. Atziri decide contarle aquello que había presentido. Sorprendida, descubrió que su madre también había sufrido la misma sensación. Sin embargo, ésta sabía que Canek se encontraba bien. Decía que se contactaría con él de alguna forma. Ellas deciden entonces regresar a casa. Una vez que llegaron a su hogar, los estaba esperando Nahil, mensajero del emperador. Traía una carta para Amankaya enviada por su esposo Canek.

Amankaya, al leer la carta, descubre un horrible suceso. Nicte había sufrido un accidente.

Mientras construía encima de una pirámide, el joven muchacho se cayó y fue atendido por el curandero, un médico que se encontraba en la expedición. A pesar de sus heridas, se encontraba en recuperación.

Amankaya le contó a Atziri lo ocurrido. Ésta, preocupada, pidió por su recuperación.

II

Atziri, curiosa, le preguntó a su madre:

.- ¿Cómo supiste que a mi hermano le había pasado algo? 

Su madre, tranquilamente le respondió: 

.-Te contaré una historia.

III

.- Hace mucho tiempo cuando los Dioses creadores Tepeu y Gucumatz formaron la Tierra, decidieron crear a todos sus hombres, árboles y animales. Para prevenir el caos, estos Dioses decidieron nombrar a uno de ellos como ‘’el Dios organizador’’. Ese Dios se llamaba: Yaxkin.

.- Yo, Yaxkin ¡decreto que cada una de las especies reciba el don de la corazonada con el fin de protegerse entre sus más cercanos!

Esto es lo que llamamos como ‘’percepción’’. Es así como las aves, migran juntas en cada cambio de estación hacia el otro lado del mundo para evitar el frío.

Los otros animales, con horas e incluso días de anticipación, pueden percibir cuando se encuentran en peligro o cuando va a ocurrir algún evento natural. Un ejemplo de esto son los terremotos. 

Y en el caso de los seres humanos, podemos percibir lo que les ocurre a nuestros seres queridos. Sin importar las distancias en las que nos encontremos.

Atziri comprendió de esta manera, que existía un vínculo invisible que permite de alguna manera mantenerse comunicada con su familia, percibiendo lo que a ellos les ocurra.

Leyenda Popol Vuh

Por Constanza Arriagada y Rocío González

El retorno de Zipacná, tomo 2

Por Camila Acosta y Joaquín Gómez

El cohete

I
Esta es la historia de cómo se creó el primer cohete. No era como los de ahora, pero tiene un origen sorprendente. Había un  hombre, Aquetzali, que fue marcado de nacimiento por los dioses para que alguna vez fuera a visitarlos. Ellos le dieron a Aquetzali el poder de la perseverancia y esperaban que algún día a través de esta él viajara al cielo y se convirtiera en dios. Para asegurar la vida del elegido mandaron a Halconapu, dios del cielo, disfrazado de pájaro para protegerlo. Al principio Halconapu era tan solo un pichón, pero mientras Aquetzali crecía él también crecía, haciéndose cada vez más grande hasta transformarse en un halcón que cuidaba de Aquetzali desde el cielo.

II
 Aquetzali fue bajado desde el cielo por los dioses, quedando abandonado en la selva. Halconapu lo cuidó. Le daba de beber y comer, hasta que un día una pareja de indígenas de la tribu Roconi lo encontró y adoptó. Aquetzali pasaba todo el día mirando el cielo. A veces veía a Halconapu que lo cuidaba desde el cielo, esto le parecía extraño pues nunca había visto un pájaro tan grande. Le inspiraba un aire familiar y no sabía porque. Curioso corrió y corrió persiguiendo al enorme pájaro, atravesó montañas y ríos. Nada parecía detener a Aquetzali, él sabía que se había alejado mucho de su tribu pero sentía casi una atracción divina por el halcón.

III
Por fin Halconapu se detuvo, ya era hora de llevarlo al cielo a cumplir con su destino de convertirse en dios. Halconapu indicó a Aquetzali que subiera a su espalda y así lo hizo, el dios del cielo extendió sus majestuosas alas y se elevó hacia el cielo. Subía y subía, el aire se hacía cada vez más pesado y a Aquetzali le costaba respirar, el dios notó esto y tomó un gran impulso, cuando alcanzó suficiente velocidad  cerró sus alas alrededor de Aquetzali protegiéndolo y dándole oxígeno. Se puso de tal forma que parecía un triángulo de plumas que se dirigía al cielo. Halconapu iba tan rápido que no le fue necesario volar, solo subía hacia el cielo. Había adoptado la forma del primer cohete para proteger a Aquetzali y además darse más impulso, De esta forma llegaron donde los dioses quienes le dijeron a Aquetzali que debía lleverles la información a los mortales de construir naves de la forma que había adoptado Halconapu para que así pudieran visitarlos. Así lo hizo Aquetzali, pero no todos los hombres podían ver a los dioses. Solo los que aún conservaban toda la bondad de sus almas tenían esa capacidad. Aquetzali tuvo la opción de convertirse en dios pero él prefería seguir siendo mortal e inculcar la bondad en los hombres. Se despidió de los dioses y especialmente Halconapu a quien veía como a un padre. Aquetzali viajó a la tierra de nuevo y contó a todo su gran viaje y cómo solo si eran buenos iban a lograr ver a los dioses y que los cohetes no eran suficiente sino que debían hacerse merecedores de tal privilegio. Hoy en día tenemos cohetes más modernos y muchos hombres han viajado al cielo pero ninguno ha sido capaz de ver a los dioses.

Por Constanza Arriagada 

Franz Lindermeyer


Una cadena de desastres


Es final de diciembre y Roma huele a jorona’ja estancada, comida podrida, y caca de perro. Mi hermana, Saffron, habla poco, me arrastra de la tienda a un sitio histórico como un moj, mientras que yo he quedado para conversar con los propietarios de tiendas y meseros en roto italiano.
Las calles de Roma son ban taj kuinik de manejar.
Saque mi iPhone y me dio direcciones, Saffron tomo estrechos pasajes que eran callejones sin salida. Sigo la flecha de la pantalla con mis t’arij sudorosos, y nos hacen desviarnos muchas veces.
La vieja Saffron se habría molestado. Ella habría arrebatado el teléfono de mi mano y asumido el bach’uy de navegante a sí misma. Ella habría ch’ay el mesero que se burlaba de mí.
Pero ahora ella no hace ninguna de esas cosas. Ella se k’ulbatil a sacudir la cabeza ante el gondolero, mirándole con rib u boq’och que parecía legítimamente avergonzado de sí misma.
Ella inclinó la jolom mientras el mesero italiano me ridiculizó. Ella continúa a seguirme por callejones sin salida y sin decir una tzij.
Saffron se refirió al mesero.
-‘Que persona tan mal educada.’
-‘Deberíamos demandarlos para que pierdan su trabajo, no se lo merecen.’  
Le respondí estando completamente de acuerdo.
-‘Es una estupenda idea, tienes dinero para pagarle a un abogado?’
Saffron - ‘no… y tu?’
‘No… hasta ahí llegamos!’ le dije.

Franz Lindermeyer

El origen de las tribus modernas

Siglo XXl ,  variedad de grupos y pandillas con ciertas características especiales y únicas que los hacen destacarse de los demás, a estos grupos de les denomina “Tribus urbanas” , estas culturas urbanas modernas han aparecido a principio del siglo actual y han ido variando o evolucionando al pasar el tiempo , pero como nacieron estas tribus urbanas?
Todo empezó un día cualquiera cuando una joven estaba viendo en internet una página de artículos, hubo uno que le llamo mucho la atención, hablaba sobre como todas las personas son iguales, y no se destacan por algún aspecto especial, nadie es como realmente quiere ser, solo por la aceptación de los demás. Este articulo le dio mucho  que pensar a esta joven , reflexiona y se dio cuenta que es cierto , por lo que a la noche mientras se miraba al espejo solo alumbrada con la luz de la luna , sintió una fuerza y unas vibraciones de energía por todo su cuerpo dándole una fuerza que ella no tenía para poder hacerse un cambio , para ser como ella realmente quería ser , agarro unas tijeras y se cortó , al día siguiente se empezó a vestir distinto con ropa negra con maquillaje oscuros y muchos accesorios de cadena , cuando fue de paseo al ritmo de la canción que iba escuchando  muchos la quedaron mirando extrañados mientras que otros se les acercaban con el  fin de conocerlas más y saber sobre su estilo ya que les había gustado , al final se terminaron haciendo todo este grupo muy amigos , todos tenían gustos similares en todo sentido y se llamaron a ellos “Los góticos” , al pasar el tiempo los medios de comunicación sacaron el tema de este nuevo estilo y grupo , lo que incentivo al resto de los jóvenes a liberarse y buscar personas con las que tengan realmente cosas en común y puedan compartir y así se fueron formando distintas tribus urbanas como “los pokemones “ , “las pelolais” , “los emo” , “los fashion “ .etc. cada grupo con su gente y estilo personal , reunidos en punto específicos de la ciudad haciendo lo que les gusta.
El internet, la tecnología son los responsables de la  creación de estos estilos, los que los  maneja, ya que van variando según lo que dice y dependen del totalmente, todo esto  nació con un pequeño artículo en internet, quizás que más adelante serán creadas por este “DIOS” de los jóvenes.

Por Natalia Campos y Catalina Segovia 

martes, 2 de junio de 2015

Por Nicolás Araneda y Mario Peralta


El Déjà Vu

I
Pocos años después de la creación de los primeros hombres, nació un joven llamado Tzak-Hulame, quien a su pubertad, mostraba problemas para dormir. Hablaba mientras dormía, e incluso levantaba las manos al aire, como si estuviera interactuando con algo. Pero lo más preocupante de estos episodios, era cuando convulsionaba, gritando y escupiendo espuma blanca, mientras decía entre gárgaras las palabras “El futuro se avecina”, para después volver al sueño, como si nada hubiera ocurrido.
Una noche, tuvo una conversación con su madre, Tzak-Halkali.
-¿Hijo, qué pasa por tus sueños? ¿Por qué no duermes bajo el cuidado de nuestros creadores?
-No puedo responder ante tus preguntas madre-respondió el hijo-, pero te puedo decir que los dioses no me ponen en su cuidado. Es más, sufro mis sueños por estos.
Le dijo nada más a su madre, le dio un beso en la frente y se fue a su habitación. A pesar de sus miedos, durmió.
II
Abrió los ojos, sin despertar. Estaba en otro lugar. No en su casa. En un altar. Pestañeó, ese altar despareció como un xibil. Ahora en una capilla. Pestañeó de nuevo, xibil. Se encontró en una habitación oscura, con un suelo suave y blanco, como almohadas. En esta habitación, suavemente calefaccionada por unas mechas de fuego en la entrada, había una estatua de Tepeu y de Gucumatz. Tzak-Hulame sintió una mirada fría de estas figuras. Ese mármol hermoso lo observaba, pero lo inerte y frío de este era lo único que el joven presenció. Se asustó, y trató de abrir las puertas de la entrada. No funcionó. Parecían estar cerradas por fuera. El joven gritaba desesperadamente.
Esta no era su primera vez en ese lugar, por lo que su grito no podía ser de miedo a lo desconocido. El joven tenía miedo a lo que sabía que se estaba acercando no sólo a él, sino al mundo entero. El joven sentiría frío, o calor, o espinas, o rocas sobre él. Así era siempre. El joven sabía que si no miraba a las estatuas podría evitar sus narraciones catastróficas. Tzak-Hulame pensó que si no escuchaba a las estatuas de boca cerrada, no sentiría esos dolores catastróficos que le hicieran sentir lo que estaba por venir. A menos que los relatos fueran agradables, raro acontecimiento.
De pronto, una boca de mármol cerrada se abrió, exhalando un aire tan frío y fuerte, el cuál lanzo una de las lanzas de fuego de la entrada a un jarrón, donde se extinguió. De dicho jarrón, salieron hedores de noh y pericón.
La estatua habló.
-Si no respetas nuestras palabras –exclamó Tepeu-, respetarás nuestras acciones.
III
Hulame  sujetó la lanza de fuego restante en contra de Tepeu. Sin embargo, en seguida la lanzó al suelo, al ver que sus manos se cubrieron de zompopos, cuya picadura era tan fuerte, que el pobre niño sentía un picor aún más doloroso que el del chilmulli más salvaje del mundo. El fuego se apagó, al mismo tiempo que se abrió un muro de la habitación.
El joven salió corriendo a un sendero hermoso, el cual comenzó a ser destruido por omuch gaholab, quienes lo quemaban hasta dejar un solo altar, en honor a Vucub-Caquix. Tzak-Hulame sentía el calor abrasador dentro de sus entrañas y corazón. Aterrorizado y dolido, corrió hasta estos jóvenes.
-¡En nombre de los dioses creadores, Tepeu y Gucumatz –lloraba el adolescente- deténganse!
De los escombros salió un ixpiyacoc, con una mecha prendida sobre una semilla de tzité.
-¡Hereje! –Gritó este-. No mereces la merced de nuestro verdadero salvador, Vucub-Caquix.
Volaron por los aires tres yaquis, a cortarle la cabeza a Hulame. Este emitió un grito, y cerró los ojos. Una cuchilla atravesó su cuello, mientras que los otros dos cortaron sus brazos. Dichos miembros cayeron al suelo, con ningún otro sonido que el de un peso muerto cayendo contra un piso de mármol. El joven veía su cuerpo levantado, sin cabeza ni brazos. No murió. Sintió la muerte, pero no era su muerte. Reemplazaba el puesto de una persona que iba a correr ese destino a la mañana siguiente. Pestañeó, y volvió a verse levantado, unido a su torso y piernas.
IV
De pronto, con un solo giro de cabeza, se encontró en un desierto nevado. Observó un cuerpo muerto sobre un cu zivan al frente suyo. El cuerpo era suyo. De pronto, el suelo se partió, y vio como su cuerpo caía a la fosa creada recientemente. Sintió un desgarro en su pecho, como el dolor de la naturaleza al abrirse en dos, y sintió sus huesos destrozarse, al chocar contra un puente que unía los dos pedazos abiertos de tierra. De nuevo supo, que ese cuerpo no era realmente suyo, sino que de una persona que caería la tarde siguiente. Pero reconocía el lugar. Ese cu zivan nevado esta sólo a unas horas de caminata hacia su pueblo natal. Supo entonces que ese temblor catastrófico azotaría a su familia y compañeros.
No se desesperó. Ya ha tenido este tipo de visiones en sus sueños anteriores. Probablemente su madre estaría ahora tratando de calmarlo, ya que en estos momentos el joven convulsiona en el mundo material.
El joven ya comenzó a planear su día después de esta visión. Solo escucharía las palabras finales de Gucumatz, y despertaría. Se vestiría y evacuaría a todos sus conocidos al refugio público, y esperarían la catástrofe. En ese mismo instante escuchó la voz potente de Gucumatz. Tzak-Halkali escuchó la voz grave de su hijo en ese mismo instante diciendo las mismas palabras que la estatua de pino.
-“El futuro se avecina”.
V
Tzak-Hulame despertó, mientras que su madre le servía un agua de hierbas, para curarlo de cualquier mal ella pensaba que el contrajo de nuevo durante esa noche. El joven, como siempre, le rechaza la ayuda, pero esta vez le pidió que corriera con sus hermanos al refugio. Hizo lo mismo con el resto del pueblo. Para el atardecer, estaban todos dentro de una roca gigante, tan resistente, que no se movería ante siquiera el más fuerte de los diluvios. Hubo susurros de niños a sus madres.
-Madre, tengo miedo –dijo un pequeño-.
-Shh, está bien –respondió su madre-. Ya verás que no será tan fuerte.

Tembló. Fuerte. Todos gritaron, incluso Tzak-Hulame. Pasaron unos segundos, y la tierra se abrió hasta el altar del pueblo, el cual honoraba a los dioses creadores. Casas sucumbieron ante este agujero, pero no se perdió ninguna vida. El temblor paró. De lejos se veía como se derrumbaba el gran cu zivan nevado, mientras que al otro lado, entre árboles, emanaba fuego y humo. Todos fueron a reparar las tierras y casas dañadas, mientras que el joven fue hasta el altar.
-Tepeu, Gucumatz, escúchenme –dijo Hulame-. He sufrido mucho con estas visiones, al igual que mi madre, quien se preocupa cada noche por mi bienestar. Me gustaría hablar con ustedes, para poder llegar a un acuerdo.
En seguida le cayó el sueño. Fue hasta unos escombros, se acostó, y procedió a waram.
VI
Al llegar de vuelta a la habitación oscura, Tzak-Hulame les preguntó a los dioses cosas que él nunca tuvo claras.
-¿Por qué aparezco ante ustedes cada noche?
-Tzak-Hulame –respondió Gucumatz-, para seguir con el orden temporal de los hombres, deben haber acontecimientos al futuro. Si un hombre despertara al día siguiente, y ve que no hay nada establecido para ese día, esa persona se enfrentaría a la nada, o vacío. Si no hay un día futuro, no habría vida futura. Sería un borrón global para la humanidad. En diferencia a nosotros, nuestro mundo no tiene ni futuro, ni pasado. Solo es. Es mantenido por nuestra conciencia, para pensar cada día de hombre en un futuro para este. Sin embargo, no podemos afectar a la realidad del hombre directamente, ya que podría haber consecuencias terribles para el mundo de humanos y el nuestro, debido a nuestro inmenso poder. Por lo que necesitamos a un hombre que lleve la información de cada próximo día al mundo de los hombres, para que el futuro se pueda llevar a cabo.
-Ahora comprendo su propósito –dijo Hulame-. Sin embargo, aún tengo dudas. ¿Por qué yo no altero los mundos al estar en contacto con ustedes, dioses supremos?
-No nos presenciamos ante ti –respondió Tepeu-. Tu vez estatuas con parte de nuestro poder, con las cuales nos logramos comunicar. Si llegáramos a conectar miradas, tú podrías absorber nuestro poder, alterando el mundo que hay. Incluso te podrías convertir en el descendiente de Vucub-Caquix.
-Entiendo su idea –aceptó el joven-. Sin embargo, tengo una última pregunta. ¿Por qué me escogieron a mí como el medio de comunicación entre ambos mundos?
-Tú eres hijo de Tzak-Kulime, el gran protector de nuestro altar –respondió Tepeu nuevamente-, por lo que su muerte por la protección nuestra convirtió a su hijo en un futuro médium. Sin embargo, pudimos haber escogido a otro protector de este pueblo. Pero lo que aseguró tu futuro, fue el sacrificio que hizo Tzak-Halkali, al poner tu vida sobre la suya ante los ataques de los hijos de Vucub-Caquix, salvándolos a ambos. Estas acciones te convirtieron en el puente de la realidad con el sueño de todo tu pueblo. Hacemos los mismos procedimientos con jóvenes dignos de cada pueblo. Si un pueblo no posee a un joven digno, ese pueblo cae en el vacío de la nada, además del olvido absoluto.
-Comprendo todo lo que han hecho. Sin embargo, ya no puedo continuar con esto. No es justo para una persona sufrir todos los dolores de un pueblo para proteger a este.
Y así, Tzak-Hulame se sentó al frente de las estatuas de mármol y pino.
-Tengo una propuesta.
VII
Tzak-Hulame despertó y vio como todo estaba casi completamente arreglado. Se paró, y fue alegre donde su madre. Cenó con ella y con su abuela, y se fue a acostar. No soñó con los dioses. Nunca más. Soñó con eventos futuros que le ocurrirían a él, pero sólo a él y a nadie más. El resto de las personas soñaron con su futuro esa misma noche. Al despertar, nadie recordó el sueño, ya que al no tener una presencia divina, la memoria de estos sueños es prácticamente nula. Pero a cada momento que ocurriera lo soñado previamente, cada persona del pueblo lo recordaría, evitando problemas y penurias que ocurren en sueños como esos. Esta habilidad de poder soñar el futuro de uno mismo fue traspasado a las generaciones de hoy en día, conocido como Déjà Vu. Los conocidos de Tzak-Hulame se reunieron para hablar sobre esta nueva habilidad pública.
-Todas sus dudas sobre este don –comenzó Tzak-Hulame- entregado por los dioses a todos ustedes son justificables. Yo solía soñar cada día con el futuro de nuestro pueblo, y sufría por eso. Por lo tanto los dioses respondieron a mis penas, e ideamos una manera de eliminar esta injusticia. Ahora cada uno podrá soñar el futuro de uno mismo, con tal de estar atento ante eventos personales que se avecinen, y así todos tener un futuro designado. Con mi padre solíamos hablar en una lengua clave, para que mi madre no nos entendiera. En honor a mis padres y sus corazones inquebrantables, he decidido llamar a este nuevo fenómeno “Déjà Vu”. “Déjà” significaba “De ella”, mientras que “Vu” significa “Vine”.  Cada vez que sueñen su futuro, piensen en que su vida y futuro es gracias a nuestras madres, ya que de ellas viene nuestra historia y fin.

Y así se originó el “Déjà Vu”. 

Por Mario Peralta y Nicolás Araneda

Al quinto día revivió Tzitexipahc...

XV

Al quinto día revivió Tzitexipahc, a su lado encontró un objeto que parecía hecho con chay. Tzitexipahc comenzó a examinar este objeto que nunca había visto antes, cabía justo en la palma de su mano y tenía una forma rectangular. Tocando los bordes, de la nada, se ilumino algo en el interior del objeto que le recordó a la luz de los chah que había quemado antes de morir. Cuando el objeto se ilumino Tzitexipahc resbaló por un Cuzivan (barranco en quiché). Para su suerte cayó encima de un Tzité y se golpeó la cabeza. Después de un tiempo se recuperó y decidió tomar el objeto de nuevo, pero esta vez estaba preparado. Toco lo bordes de nuevo haciendo que se iluminara. Asombrado, por lo que podía ver dentro del objeto, intento tocar la superficie de chay hasta que deslizando los dedos encontró unas letras que le parecían conocidos que eran unos idiomas que veía en su largo sueño ,pero impresionado diferencio una de todas las demás ,quiche con lo que Tzitexipahc empezó a gritarle al objeto para que le respondiese pero no logro nada ,hasta que decidió deslizar sus dedos sin miedo encima de la palabra que podía reconocer ,después de tocarla con sus  dedos todo lo demás desapareció ,pero ahora podía entender todo lo que decía el dispositivo, tenía unas formas muy raras y palabras que podía entender pero no sabía que significaba, ente todos los iconos encontró una palabra debajo de ella que reconocía “puhuy” al tocarla con los dedos de la misma forma que hizo al principio apareció en el objeto dentro de la capa de chay un puhuy, Tzitexipahc quedo tan impresionado que trato de acariciarle la cabeza, pero el puhuy empezó a ulular y se asustó y al tranquilizarse trato de sacar al puhuy de ahí pero no lo logro. Tirando el objeto al suelo para liberar al puhuy, solo consiguió presionar otro botón que activo una voz de mujer. Tzitexipac bajo del árbol y escucho a la voz que salía del objeto, la voz le decía que no podía entender lo que decía, así que Tzitexipahc comenzó a hablarle.
- ¿Hola? ¿Cómo te llamas?, dijo Tzitexipac, sin saber que estaba haciendo en realidad.
- Hola, mi nombre es siri, respondió el aparato.
-¿Qué eres?, dijo Tzitexipahc.
-Soy un celular, y todo esto lo creo usted, mi señor. Si quieres saber más debes dirigirte al Chuh Cakché más cercano. 
La voz se apagó al igual que el objeto. 
Tzitexipahc, siguió la instrucción de Siri y se dirigió a el árbol de sangre más cercano. Al llegar al lugar, le preguntó al árbol sagrado que estaba pasando y si es que era verdad que él había creado este aparato tan inteligente. Ahora se contara la historia de la creación del celular.

XVI

Retrocediendo en el tiempo, se encontraba Tzitexipahc junto con  Vucup-Xiteczu que era un Ah Chuen charlando sobre la creación de nuevos aparatos que ayudaran a la comunicación entre los dioses. 
-¿Qué se te ocurre Vucup-Xiteczu?, preguntó Tzitexipahc.
- Podríamos atar una nota a un Guc, respondió su compañero.
- No, que aburrido. Mejor hagamos algo más rápido y seguro, también podría ser más sofisticado. 
-¿Entonces que te imaginas Tzitexipahc?
- Podríamos usar barro, maíz y chay para reforzarlo… Luego hablamos con Ah Tzité para ver si nuestra creación funcionara bien, respondió seguro Tzitexipahc.
Los amigos se pusieron a trabajar, mezclaron los materiales anteriormente nombrados por Tzitexipahc, y obtuvieron una especie de caja pequeña y plana. Rezaron a los Formadores y Progenitores para que le diera poderes al aparato.
Al pasar la noche, Vucup-Xiterczu yacía muerto al lado de Tzitexipahc. Tzitexipahc sin saber que había ocurrido, rompió en llanto. Cuando se calmó, recordó el objeto, y al tomarlo este se prendio y se ilumino con una manzana blanca en el centro y luego se ilumino con diferentes colores.
- ¡La vida de Vucup-Xiteczu está dentro de esto!, dijo impresionado Tzitexipahc. Debo hablar con la bruja para saber el destino y la suerte de esta cosa.
Tomando el objeto y unos granos de Tzité, se dirigió a la cueva del Ah Tzité, la bruja que adivinaba la suerte a través de los granos de Tzité. 
La vieja se encontraba sentada moliendo unas semillas con el Qui Caa al fondo del lugar. Tzitexipahc se armó de valor y fue directamente hacia la bruja.
-¿Qué deseas joven creador?, dijo Hulumxitac.
- Tome estos granos y dígame la suerte de este objeto. 
- Con que eso deseas, dijo la bruja.
Tzitexipahc le dio los granos y la bruja comenzó a trabajar. Derrepente, Hulumxitac lanza un grito terrible y le grita a Tzitexipahc:
- ¡Has creado el objeto del diablo! Tú no mereces nada más que la muerte muchacho.
Tzitexipahc asustado toma su creación e intenta escapar, pero Hulumxitac lo golpeó fuertemente con el Qui Caa  dándole la muerte. Lo que no sabía esta bruja, es que Tzitexipahc podía resucitar a los 5 días de su muerte, aunque sin recordar nada del último día que vivió.

Por Camila Acosta y Joaquín Gómez